Beyer et al. examinaron el papel del cambio climático en relación con la diversidad local de los murciélagos y la forma en que esto puede haber influido en la aparición del SARS-CoV-1 y el SARS-CoV-2. Las pruebas de cepas de coronavirus en murciélagos similares al SARS-CoV-1 y al SARS-CoV-2 han sugerido que los murciélagos participaron en el evento de cruce de la pandemia actual. El grupo de investigación determinó las áreas de distribución geográfica de los murciélagos en dos momentos, a principios del siglo XX y en la actualidad, identificando las diferentes distribuciones de la vegetación natural que requiere cada especie de murciélago. Se descubrió que la provincia china de Yunnan, Myanmar y Laos (junto con zonas más dispersas en América Central y del Sur) se habían convertido en focos de proliferación de murciélagos como resultado del aumento de las temperaturas. Los autores recomiendan a los epidemiólogos que incluyan los cambios inducidos por el cambio climático en la biodiversidad de los animales portadores de patógenos en su análisis de las enfermedades infecciosas. Hacen hincapié en la necesidad de preservar los hábitats naturales y reducir la invasión humana de la vida salvaje para minimizar los eventos de cruce, al tiempo que sostienen que el cambio climático subyace a todas estas cuestiones.